En un pequeño país al norte de América del Sur nací yo, se llama Venezuela y tiene un total de 28 millones 800 mil habitantes, nací en Caracas donde hay 2.114.871 habitantes. Las cifras nunca acaban, aun cuando no has nacido ya estas dentro de una estadística, yo soy 1 en 1000.
Me dicen Val, una
chica aparentemente sana, soñadora hasta más no poder. Todo comienza un 06 de
novimbre, ingreso a emergencia por una tos que ya estaba un poco fuerte,
era una paciente más en la sala de
espera. Exámenes de sangre, prueba de rayos x, mi día se fue en un
lento transcurrir de dolor y temor. El tiempo corría y
no había diagnostico. Salgo de la sala de espera y mi papá
preocupado me dice que me tienen que hacer más exámenes de sangre y
una tomografía, mi corazón se acelero, no quería seguir en esto, quería
irme y pasar la noche en mi cuarto, hablando, viendo tv; pero la realidad era
que no sería así. Entra un medico muy preocupado, sacan mi placa y la doctora
de turno dice que hay algo en las placas que no debería estar ahí, lo llamaban
un encuentro casual, sobre mi corazón y entre los pulmones había lo que
parecía ser un tumor. Lamento llorar, pero que te digan que puede que tengas un
tumor, que fue creciendo y creciendo hasta ser casi del
tamaño del corazón, da mucho miedo. Las lagrimas eran incontrolables, mientras
escuche al médico decir que llamaría al cirujano de tórax. Me
prepararon para hacerme una resonancia con contraste, no sabía qué era eso. Primero quería que me dijeran que todo
era mentira, que esa placa no era mía, que no tenía eso en el corazón, que no
iba a necesitar ninguna cirugía, pero eso nunca paso.
Me agarraron
una vía, me llevaron a un cuarto con un aparato terrorífico, me
comenzaron a explicar que me iban a inyectar yodo, que eso ardía un poco
que sentiría una presión en el brazo, que sentiría algo en
mi cuerpo pero que solo duraba 5 minutos; ya ese día me habían hecho tantas
cosas que odiaba, soportar una más con tal de que todo fuera mentira no me
importaba.
El médico cirujano
especialista en tórax fue muy claro conmigo, sin tantear, sin anestesia me
dijo que si, era un tumor. Tendrían que abrirme el pecho, sacarme
eso, me entubarían, me pondrían dos tubos
que saldrían de mi pulmón, pasaría tres días en terapia intensiva
totalmente dormida y tres días más de recuperación. Soy solo una chica de 17
años que parecía totalmente saludable, tenía planes para el fin,
pensaba ir a Margarita por el cumpleaños de mi abuela, dentro de unos días
cumple mi mamá y quería hacerle una sorpresa pero todos esos planes se vinieron abajo por ese diagnostico. Mi dolor, mi incredibilidad y las locas ganas
de abrazar a mi mamá y llorar en su hombro me mataban.
Mercedes, una gran
persona, me dice que ahora todo el amor que le tengo a la vida tenía sentido,
porque tengo dos corazones. Esta mañana me puse a pensar en
la mínima posibilidad de que algo en la operación saliera mal y
lo único que pude hacer es agradecerle a Dios por todo lo que me ha
dado hasta ahora, cada cosa, cada persona, todo lo agradezco. Aun temo,
pero superare esta prueba de la vida, saldré victoriosa.